Pinguinito RAwr

Derrota tras derrota la realidad se adelgaza. Los mundos que creé demandan mi atención, sobre todo aquellos que escribí con sangre. Casi abandonados. En ninguno tú. ¿Debo renunciar a aquello que he sido e intentar recuperar mi humanidad? Rechazo la idea. Huiré. Me acompañará únicamente tu sombra, mi tesoro más preciado. Perseguiré vida en esos mundos que, ahora inertes, aún son mi sangre. Alguien habrá de darme alcance o interrumpir mi camino. Robarme, forzarme mortal y darle fin a mi vida. Mientras tanto seguiré volando. Sangrando.

Me levanté muy temprano ese día, preocupado. Llamé a un amigo y fuimos por un café. Inevitablemente llegamos al tema del problema que cargaba. Él mencionó la leyenda del Senbazuru y aunque primero reí, un momento después estaba convencido de intentarlo. "¿Por qué tantas hojas de colores?", dijo la chica que atendía la papelería. "¿Me prestas la guillotina?", respondí. Mientras empezaba a cortar de cuadros de papel le conté la leyenda: se dice que a quién haga 1000 grullas de origami se le será concedido un deseo. La chica se sorprendió de que pretendiera algo así. Eran apenas las 8...

Me pidió que hablemos de ti y tengo miedo a decirle la verdad. No, tengo miedo a mostrarle la realidad. Con la verdad no hay ningún problema, pero incluso contarle todo no le ayudaría a entender mi amor.  Su experiencia simple y terrenal no le alcanzaría para comprender pero no quiero forzar mi realidad en la de ella y dañarle, ante la imposibilidad de nuestro amor, de nuestros mundos, de nuestras vidas. Lo nuestro no fue común y circunstancial, nos amamos desde siempre y para siempre. Los amores como el nuestro, épicos, son efímeros porque la realidad misma no puede...

Imposible robarte un beso, pues sé que es simplemente rendirme a mi egoísmo. Arrancarte una sonrisa, sin embargo, es convertirme en un egoísta consumado. Una ejecución tan perfecta de egoísmo que llegaría a creerme, por un momento, que lo hago sólo por ti.

Hoy sucedió de nuevo. Mi mano izquierda alcanzó mi celular en un impulso  tan instintivo como el del león que asesina a su entrenador de toda la vida. El teléfono danzó de una mano a la otra como último intento de advertirme lo que sucedía. De veloz memoria dos de mis dedos dibujaron diez dígitos que en ningún tipo de cambio valdrían lo que en mi corazón. Botón verde. Oído atento. No hay conexión. La realidad que nos separó sigue igual, rota.

¿Inspiración es un sentimiento o la musa que lo provoca? ¿Es ese momento de creación o el producto? No lo sé, pero lo que siento es algo profundo por ti y el momento es cuando estoy contigo, cuando te extraño, cuando te pienso. El producto son sólo un montón de barbaridades.

Caminar por ésta playa es sensación única. La arena carece de color, y el mar le sigue el juego. Por su lado el cielo sin nubes se rebela con un ligero azul. El sol nunca sale y tampoco hay estrellas. La línea donde el mar se une a la arena es recta, y hacia cualquier dirección el casi blanco cielo choca contra el mar, o la arena. Ese apenas visible horizonte es lo único que impide perderse en vértigo. La arena genera un tacto sordo bajo mis pies. No hay viento, no hay olas. Caminar por ésta playa es no sensación. Estoy sólo,...